El objetivo de este trabajo se propone plantear, en primera instancia, algunas ideas comparativas entre el genocidio desarrollado por el nazismo y los procesos genocidas ocurridos bajo la Doctrina de Seguridad Nacional. En segundo término, el trabajo se propone plantear la cuestión tan discutida, (por lo menos en Argentina) sobre el neoliberalismo y la pertinencia del término “genocidio” para definir a las políticas neoliberales, en el marco de lo que se llama desde hace algún tiempo “genocidio por omisión”2
Vale señalar entonces que las fronteras marcan, sirven para delimitar a quienes están adentro y quienes están afuera. Para exterminar a un otro, hay que ponerlo primero afuera. Ese “afuera” es geográfico, pero también político y simbólico. Un afuera que amenaza.
El afuera del mundo griego y romano era la barbarie,
En la Edad Media Europea, hay muchos delimitadores de afueras y adentros pero es la Iglesia Católica la que delimita en forma más amplia las fronteras entre los propios y los enemigos. Católicos contra judíos, católicos contra árabes, católicos contra protestantes.
La modernidad va a construir dos paradigmas de pensamiento que van a resultar funcionales con respecto a esta cuestión. Dos paradigmas a veces complementarios, a veces excluyentes. Ambos se alimentan de las dos grandes preocupaciones de la burguesía triunfante: la Libertad y el Orden.
Por un lado, la Igualdad de todos los seres humanos, sin distinciones, igualdad jurídica. El Estado es, a partir de este momento, el gran igualador. El Mercado es el único con legitimidad para diferenciar. El Estado nos iguala y nos da la ciudadanía. La única forma de perder los derechos de los que somos poseedores, o sea de ser expulsados por fuera de la frontera, es romper el contrato. No hay un origen sanguíneo que nos ponga afuera sino una actitud, la de atentar contra la voluntad general.3
Pero, al mismo tiempo, la ciencia moderna sale en auxilio de las necesidades de esa misma burguesía en expansión que necesita conquistas. Esas conquistas en Africa, Asia y Oceanía, van a implicar la aparición de otros que no pueden ser iguales y participar del contrato.
El concepto de raza y, más aún, la biologización de las relaciones sociales va a dar legitimidad científica para una nueva categorización de la especie humana. Por encima de los enunciados de la revolución francesa se construyen enunciados más fuertes y contundentes: los humanos estamos divididos en razas, cada raza tiene sus características, las hay superiores y las hay inferiores. Las conductas humanas se explican racialmente.4
Esta biologización de las explicaciones acerca de las jerarquías de seres humanos y de las conductas sociales, sale en auxilio de la necesidad de legitimar el exterminio a los pueblos de Africa, Asia y Oceanía conquistados desde la segunda mitad del siglo XIX, y por otro lado le da explicaciòn a las conductas consideradas “asociales” adentro del territorio propio.5
El positivismo con el que se crean las ciencias sociales, va a implicar la importación del método de análisis de las ciencias naturales a las nuevas ciencias sociales, la importación de su lenguaje y la imposición de una preocupación central: EL ORDEN; Esta tradición positivista, se articula, convive con idea de pensar a la sociedad como un cuerpo, cada órgano cumple una función de distinta jerarquía y los órganos o celulas enfermas hay que extirparlos.
El comunismo y todas las prácticas sociales contestatarias, por lo tanto, van a ser consideradas, en muchos lugares, muestras o productos de enfermedades que, las poseen solo ciertos tipos de personas. Cuando en 1902 en Argentina, donde esta tradición de biologizar las condutas sociales fue muy fuerte, se promulga la Ley de Residencia, que permitía la expulsión de extranjeros que participaran en cualquier forma de lucha, se planteó seriamente la posibilidad de “esterilizar” a los anarquistas bajo la firme convicción de que el anarquismo era una enfermedad hereditaria.6
Si se extirpan las partes enfermas, el cuerpo queda a salvo de la enfermedad.
El avance de las teorías de las razas se expresa en la conquista colonial de mediados y fines del siglo XIX. Toda la civilización occidental comparte, en mayor o menor medida, el “carácter necesario” del reemplazo de razas. El aniquilamiento “natural” de las razas inferiores afuera de Europa es un hecho natural y aceptado. Estos nuevos otros, están fuera de todo contrato, no hay ninguna culpa en su aniquilación; la ciencia soluciona esto. El contrato, las relaciones entre iguales refiere tan sólo a las razas preparadas para esto. Este lenguaje, que hoy nos parece recluido en el lenguaje y espacio-tiempo del nazismo, es dominante a finales del siglo XIX y principios del siglo XX en Europa, en EE.UU. y también en las ciudades europeizadas de Latinoamérica.
En la Argentina de esos años, se habla del reemplazo de las razas americanas, no aptas para el progreso, por razas europeas, en lo posible nórdicas. La frontera vuelve a ser “civilización y barbarie”.7
El genocidio colonial, que implicó la muerte de entre 50 y 60 millones de personas, se da por fuera de Europa.8
El problema nuevo aparece con la emergencia de la revolución, con la puesta en peligro del orden burgués por parte del proletariado.
Tanto el paradigma del contrato como el paradigma de la biologización se vuelven funcionales con la represión a la clase obrera revolucionaria. Por un lado, jurídicamente, la necesidad de mantener el orden social como premisa para el progreso, por otro lado la explicación de esta rebelión, dentro del paradigma de la biologización. Comunismo y anarquismo explicados, entonces, como enfermedades portadas por ciertos tipos de personas.9
2- NAZISMO
El discurso racial del nazismo, logra sintetizar la idea de raza con la idea de nación. Las fronteras del estado nación son ahora fronteras raciales: el lebensraum, el espacio vital para el desarrollo de la raza germánica.
Enzo Traverso plantea que los nazis trasladan a Europa lo que los Europeos ya venían haciendo en Africa.10 Los sub-hombres ya no están sólo en Africa. Ahora son también los eslavos, los judíos, los gitanos. Pareciera incompatible convivir en la misma frontera. El paradigma racial permite la deshumanización del otro pero con la diferencia de que ese otro ahora es europeo, inclusive, como en el caso del judío alemán, ese otro era prácticamente un igual hacia 1933. En este sentido, el nazismo provoca una ruptura con la revolución francesa.
Una de las discusiones es, entonces, si la ruptura es efectivamente tan profunda o si el cambio se nos aparece como tan radical por el traslado al escenario principal, Europa, de una práctica ya cotidiana y sistemática en las regiones colonizadas.
Cuando decimos que en el genocidio moderno el enemigo es “interno”, y en el genocidio colonial el enemigo es “externo”, podemos señalar que el nazismo es uno de los puntos de clivaje entre ambos. El exterminio racial en Africa a las “razas que no merecen vivir” (tomado la frase de la eugenesia que planteaba la esterilización en términos de las “vidas que no merecen ser vividas”) se traslada a Europa, al mismo tiempo que ese otro racial antes “externo”, se transforma en enemigo “interno”, en tanto vive entre nosotros, nos domina, inclusive contamina con su propia praxis. Entonces, en este caso, el exterminio es “interno” pero contra un otro que no deja de ser visto como “externo”. La tecnología de este genocidio combina la utilizada en los genocidios coloniales con las tecnologías de la destrucción de relaciones sociales enemigas.
La conquista y el exterminio en términos raciales no es, entonces, la gran novedad del nazismo. Lo que sí es una novedad, aunque no sea la única, es la alianza entre lo racial y lo polìtico no como excusa, sino como categoría. Implica un avance sobre lo ya existente, porque darle características fisicas, mentales o actudinales a una raza no es un invento del nazismo, pero sí lo es la relación de “igualdad”, no de consecuencia, entre la categorìa racial y la categoría política, formándose una categoria etnico – política como la del judeo-bolchevique. Ya no es la raza la que determina una conducta enferma sino que lo político pasa a ser constitutivo de la categoría racial.11
Me parece que habría que diferenciar entre lo nuevo de las técnicas y lo nuevo de las concepciones, aunque siempre sabiendo que éstas se implican: las técnicas no son fruto abstracto de un desarrollo sino productos de concepciones concretas. En todo caso hay que pensar que las tecnologías usadas para el exterminio nazi y las condiciones de productividad existentes que permitieron la realización de este, no son contradictorias con el exterminio mismo. Si lo fuesen, estas técnicas no hubiesen podido ser utilizadas. En este sentido no hay una transformación, sino una utilización diferente, o más radical, de las tecnologías (militar, científica, productiva y administrativa) modernas; ahí no hay una novedad en el sentido de ruptura paradigmática o ruptura epistemológica.
Sí hay novedad, además de la construcción de categorías étnico-políticas, en el tipo de articulación entre el proyecto político y el proyecto racial. Ni lo racial ni lo político son insumos. El proyecto es, a la vez, racial y político.
-3- DOCTRINA DE LA SEGURIDAD NACIONAL
En los genocidios bajo la Doctrina de Seguridad Nacional lo racial, cuando aparece, es un insumo. Lo político, por el contrario, asume su total hegemonía. El exterminio político es mucho más secular, menos discriminador, y más productivo en el sentido que no se ata a categorías improductivas. Es mucho mas pragmático, sólo destruye lo que necesita destruir, sabe lo que necesita destruir, la racionalidad medios – fines es mucho más directa.
Sólo se trata de destruir la “relación social de resistencia”. Los cuerpos pasan de ser el objetivo central a ser el objeto central, el objetivo es la relación social que estos cuerpos expresan y reproducen.12
Con respecto a lo de “categorías improductivas” me refiero a lo siguiente: el racismo de los nazis podía funcionar, en determinado momento, como obstáculo epistemológico a su proyecto político. La eliminación o expulsión de los físicos judíos para construir una física aria atentó, dice Jeffrey Herff13, contra la posibilidad de construcción de la bomba atómica. También podríamos agregar que la obsesión final por seguir matando a todos los judíos cuando la guerra terminaba atentaba contra sus fines políticos y militares. En los genocidios de la Doctrina de Seguridad Nacional no hay ataduras epistemológicas, no hay discriminación absurda, y justamente en ese sentido puede ser mucho más eficiente. En el nazismo hay racionalidad de medios pero mucha irracionalidad de fines; en la Doctrina de Seguridad Nacional hay racionalidad de medios y de fines.
El salto de las fronteras coloniales, las fronteras raciales, a las fronteras ideológicas, es un salto que pone a la política en el centro de la escena, siendo las decisiones políticas, las elecciones ideológicas de los sujetos, su lugar en la estructura económica y en las relaciones laborales (y no su demarcación nacional o racial), las que provocan el marcaje necesario para el exterminio. Este es el tipo de marcaje de los genocidios contrarrevolucionarios, en Latinoamérica en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional.
El origen racial, nacional, va a pasar a segundo plano. Más fuerte quizás en Centroamérica, donde la lucha contrarrevolucionaria está mas asociada con el aplastamiento de la autonomía histórica de las poblaciones aborígenes, más débil, sin duda, en el Cono Sur. Ya no se elimina a alguien condenado por su origen biológico a ser lo que es. La biología si permanece, permanece sólo como insumo. Ya no es para el poder tanto el ser que determina el lugar adentro o afuera de la frontera sino el hacer. (Esto mas alla de la discusión sobre la relación del ser y el hacer, me refiero solo a que el marcaje del poder, no está determindado, sustancialmente por un origen biológico, nacional y a veces ni siquiera, aunque sí es más común, de clase).14
Este nuevo genocidio es secular, no racista (con la salvedad centroamericana) está en el marco del mundo libre y sus dirigentes son muchas veces líderes pro-occidentales, que repudian el fascismo y el racismo y abrazan el libre mercado. La llamada lucha contra el comunismo, contra la subversión, engloba a toda la represión contra las prácticas y los grupos que las llevan a cabo y que atenten, en términos generales, contra el orden capitalista.
La política no se explica desde la raza, la política es elección, elección de hombres libres que eligen entre el “bien o el mal”.
Otro elemento que podría marcar un nuevo momento en los genocidios bajo la Doctrina de Seguridad Nacional es el hecho de que la lucha contra la autonomía no es especialmente contra la autonomía de un grupo en particular (como en el nazismo la lucha contra los judíos, gitanos u homosexuales). No es siquiera tanto contra la autonomía de un “grupo subversivo”. Es más contra la posibilidad de estos grupos de conseguir la autonomía política del conjunto social. Por lo tanto la ingeniería genocida es dirigida hacia el conjunto de la sociedad. No apunta tanto a lo que el grupo es sino a lo que puede producir.
Aca sí habría un cambio paradigmático: no alcanza con matar al enfermo para terminar con la enfermedad. La tarea es mucho más grande. No es sólo extirpar el tumor, es una tarea para ingenieros más que para médicos: reestructurar la sociedad, modificar poderes, cambiar el patrón de acumulación y distribución, eliminar identidades, diseñar la sociedad futura en nuevos términos. Como dijo el represor argentino “Colores” a un secuestrado en el campo de concentración que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada: “nosotros estamos trabajando de acá a veinte años”. O sea, podemos inferir: “el objetivo no se detiene en ustedes”.
Ese es uno de los pasos centrales: no se trata sólo de matar subversivos. No es sólo solucionar un problema nuevo con métodos viejos, es empezar a entender que las relaciones sociales no se acaban con terminar con la vida del “enfermo”, del enemigo, no es tan sólo “extirpar el tumor”. El genocidio como estrategia de rediseño social, no está dirigida ahora sólo contra los “portadores directos” sino que se dirige a toda la población.
Lo que se busca estratégicamente aniquilar no es al ser en sí mismo, sino al ser en tanto portador de una práctica. En ese sentido el cuerpo, el aniquilamiento de este cuerpo, tiene sentido en tanto y en cuanto ayuda a eliminar una práctica del cuerpo social que es ahora el objetivo, y ya no sólo el cuerpo individual de quienes desarrollan la práctica.
Las dos lógicas (extirpación de lo enfermo y reorganización global de las relaciones sociales) están tanto en los campos nazis como en la Doctrina de Seguridad Nacional, pero lo que quiero sugerir como cambio es cuál lógica predomina en cada experiencia. Los ingenieros son los grandes tècnicos del genocidio nazi, pero los “médicos” imprimen la lógica- A diferencia de ello, me parece que los “ingenieros”, en la Doctrina de Seguridad Nacional, pero sobre todo en el caso argentino, son los estrategas. Hay metáforas “tumorales” pero, en principio, parecieran subordinadas, quizás menos en el discurso, pero sí en la práctica material.
Con la Doctrina de Seguridad Nacional cualquiera puede ser subversivo. No sólo la des-racializacion del enemigo “democratiza” la otredad negativa sino que la ambigüedad del término subversivo en el sentido común, lo vuelve un marcaje mucho más ambiguo que un marcaje racial, por lo tanto, mas terrorifico para el conjunto15.
Las relaciones sociales son más dificiles de cosificar en estereotipos o en grupos totalmente delimitados, por lo menos su cosificación en personas y grupos claramente delimitados es bastante improductiva.
Para ilustrar esta idea vale la pena citar una declaración de un importante dirigente político liberal argentino, que participó en casi todos los golpes de estado en Argentina desde 1955. Esta declaración la hizo en un programa de TV a principios de la década de los noventa. Este dirigente relataba su participación en distintos golpes de estado y dijo, casi textualmente: “En 1955 nosotros creíamos que el problema era Perón, por eso lo sacamos, pero ya en 1976 sabíamos que el problema era la clase obrera”. No es arbitrario traducir de esta declaración la conciencia que se tiene acerca de que la tarea es terminar con un tipo de relación social y eso conlleva un ataque quirúrgico a las fuerzas sociales que la sostienen.
Las fronteras ideológicas que plantea la D.S.N. no son fijas, ni visibles, separan a dos vecinos, pueden inclusive separar a una misma persona. La demarcación biológica es mas clara, hay que delimitar por la descendencia quién es judío y listo. La delimitación del subversivo a partir del concepto de fronteras ideológicas es mucho más ambigua. Y al ser más ambigua, el poder la puede delimitar según sus necesidades. Subversivo puede ser el guerrillero, puede ser el dirigente gremial, puede ser el que trabaja en un comedor barrial. El poder lo define y lo delimita, en cada país esa delimitación es diferente, puede ser más amplia o más acotada.
LA CUESTION DEL NEOLIBERALISMO Y EL GENOCIDIO.
En la Argentina se da una articulación directa y particular entre la reestructuración de las relaciones sociales operada por el genocidio, con el cambio del modelo de acumulación. El genocidio de la Doctrina de Seguridad Nacional se articula con el fin de la etapa de sustitución de importaciones, el comienzo de la valorización financiera, la desindustrialización y, al mismo tiempo, la recomposición de la tasa de ganancia del capital en un país en el que, la clase trabajadora tenía mas del 50 % del PBI en 1974 y pasa a tener el 30% al primer año de dictadura.16
Se habla habitualmente de la articulación de los genocidios en América Latina entre los sesenta y los ochenta como fundantes de las políticas neoliberales de los ochenta y profundizadas con la caída del comunismo europeo en los noventa.
Vale, en este sentido, aclarar algunos términos. Defino “neoliberalismo” en dos niveles:
En un primer nivel, más estructural-general, resulta una política expresada en algunas medidas generales presentadas como solución del capital más concentrado a la crisis del estado regulador y de bienestar hacia los 70. Esta serie de políticas, en un contexto de apertura económica a nivel mundial, implican a escala nacional una recomposición de la tasa de ganancia del capital a partir de: la reducción del gasto estatal, privatizaciones, y reducción del peso político y social de la clase trabajadora. Sus efectos son: concentración del capital que implica concentración de poder, precarización de las condiciones laborales, redistrubución regresiva de la renta y exclusión social.17
En un segundo nivel el neoliberalismo va a implicar y expresar al mismo tiempo, la destrucción de una serie de mediaciones sociales que se pueden expresar o no en el Estado. Mediaciones que son resistencias políticas y culturales. El poder de la clase obrera es una mediación o resistencia, una cultura de la solidaridad lo es también, una estructura impositiva progresiva, los movimientos sociales y políticos populares también. ¿Resistencia a qué? Resistencia al poder del capital de imprimirle su lógica de acumulación a toda la sociedad. Resistencias a la mercantilización total de las relaciones sociales, resistencia a la mercantilización total de la vida.
Los genocidios de la década del setenta en América Latina destruyeron mediaciones, destruyeron resistencias; destrucción que es la base del enorme poder ordenador del capital que va a implicar el reinado de la forma mercancía. La mercantilización como proyecto para todas las relaciones sociales. En ese marco, bajo la cosmovición que imponen estas condiciones, se implementan con “éxito” las políticas neoliberales. Esa es la especifidad, en este punto, del neoliberalismo.
En este punto, entonces, se podría reducir “neoliberalismo” a una serie de medidas, pero donde lo central no son éstas, sino la mercantilización de relaciones sociales y el enorme poder del capital concentrado que la imponen a partir del aniquilamiento de resistencias anteriores.
Cuando se habla de Latinoamérica en relación a las políticas neoliberales, se habla generalizadamente. Si bien las recetas generales se aplican a casi todos los países, hay demasiadas diferencias para generalizar tanto.
En Argentina el genocidio implicó la inauguración de la etapa de valorización financiera con la que se consolida luego el neoliberalismo, pero en Brasil, por ejemplo, no es así, la dictadura abre una etapa nueva de industrialización. No en todos los lugares se privatizaron las empresas públicas como manda la receta neoliberal. Pinochet, que impone reformas de mercado a sangre y fuego, nunca privatizó el cobre, del cual Chile es el primer exportador mundial. El empobrecimiento no fue igual en todos lados, inclusive no es tan serio afirmar de manera mecánica que en los años ochenta y los noventa la población latinoamericana en su conjunto, se empobreció con respecto a los sesenta y los setenta.18
En este sentido, la primera relación entre los genocidios de la Doctrina de Seguridad Naional y las políticas neoliberales posteriores, es que hay una continuidad no obvia pero si de posibilidad, a partir de la destrucción de resistencias sociales que pudieran obstaculizar la salida neoliberal a la crisis mundial del capitalismo en Latinoamérica. Es una relación de posibilidad, al decir de Zygmunt Bauman, suficiente pero no necesaria. 19
Por otra parte está la posición muy fuerte que plantea que el neoliberalismo en sí, que las propias políticas neoliberales son genocidas en el sentido que provocan muerte por omisión, que la retirada del Estado de la contención social, la exclusión, el poder del capital sobre el trabajo generan muertes; muertes a veces directas y visibles y otras no tanto como la muerte por desnutrición, como la gente que muere por falta de medicamentos, falta de infraestructura, enfermedades evitables, accidentes de trabajo. 20
No me parece que haya una gran particularidad en esto, como para ponerle a todo esto el titulo particular de neoliberalismo y hablar de una particularidad genocida en una fase del capitalismo.
No creo que en trescientos años de capitalismo podamos decir en muchos momentos que la lógica de acumulación, de expansión del capital o resolución de sus crisis no haya implicado millones de muertes, exterminios, destrucción de culturas, vejaciones de todo tipo.
No veo una gran particularidad en el neoliberalismo en este sentido. Sí es claro el empobrecimiento de los sectores populares en los países que conocieron ciertas formas de estado de bienestar y lo perdieron, como el caso de Argentina. Pero no creo que sea un modelo general. Además, reitero, el título “neoliberalismo” unifica una idea por arriba, muestra un todo homogéneo, pero el real y concreto social, político y cultural de cada sociedad es mucho más heterogéneo por más que las recetas generales de política económica sean las mismas. O sea ese gran titulo que pretende encerrar, homogeneizar y explicar tanto no me parece que en la realidad lo logre.
Las sociedades latinoamericanas son profundamente heterogéneas en sí mismas y entre sí. Los movimientos sociales y la historia política y las relaciones de clase de cada una funcionan como filtros que modifican el proyecto general que los neoliberales llaman “la receta”21 que es general y para todos; receta que es “distorsionada” por lo que los economistas neoliberales llaman “la política” que no son otra cosa que este sinnúmero de mediaciones que hacen que no podamos hablar, más que en algunos aspectos, de transformaciones iguales en todos los países que tuvieron gobiernos de esta orientación.
La cosificación del otro, la transformación de la fuerza de trabajo en mercancía, el debilitamiento de las mediaciones (resistencias) a la mercantilización de las relaciones sociales pueden funcionalizarse, fusionarse con prácticas genocidas, no le imponen ningún impedimento pero… no son lo mismo.
Así como también decimos que la racionalidad burocrática o la lógica de la productividad como fin en sí mismo no son en sí mismas prácticas genocidas pero en ciertas cirucunstancias, se pueden articular y potenciar con éstas.
Entonces cerrando este planteo quiero marcar tres elementos que permitirían la articulación entre estas lógicas:
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La mercantilización absoluta de las relaciones sociales, como tipo ideal del neoliberalismo y al mismo tiempo las mediaciones sociales que en forma de lucha se resisten a esto.
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La forma financiera de acumulación de capital como forma hegemónica, que impide cualquier ciclo de desarrollo integrador, que destruye la idea de nación; y que podemos decir que expulsa mayorías a un afuera en donde, si no actúan ciertas mediaciones, esta gente expulsada está condenada a la desaparición.
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Las prácticas sociales genocidas, como prácticas específicas que surgen y se sistematizan a lo largo de la modernidad.
Estos tres elementos son funcionales, integrables, potenciables, pero no son lo mismo. Pueden existir juntos o no.
La especificidad más importante, a mi modo de ver, del neoliberalismo está en los efectos ideológico/culturales que produce, que obviamente están articulados a las transformaciones económicas, pero tienen también su especificidad.
Cuando se habla de los efectos de las políticas neoliberales, se habla del hambre y la desocupación. Ya dije que eso en sí mismo no alcanza para definir al neoliberalismo como genocida. Pero yo quiero hablar de otros efectos producidos y potenciados por la hegemonía del discurso y la práctica neoliberal: el individualismo, la destrucción de las identidades colectivas, las nuevas demarcaciones de identidad, como la de “pobre-delincuente”, la ajenidad a la lucha de otros sujetos sociales, la deshistorización de cualquier análisis social, la perdida virulenta de la memoria (incluso hasta la memoria reciente), la destrucción de valores morales, destrucción que en la Argentina expresó paradigmáticamente Menem (digo que expresó, no solo que produjo), la indiferencia, la naturalización de situaciones otrora insoportables, la culpabilización de todos los grupos y clases sociales pero nunca del capital, el valor exacerbado de la seguridad, la mezquindad, el “carrerismo”, el ver al otro siempre como un competidor, el considerarnos usuarios y clientes en toda situación social, la demanda permanente sin sentirse responsables de ningún destino social, el abismo cada vez mas creciente entre distintos sectores sociales y podría seguir la lista.22
Me parece que este nuevo tipo de relaciones sociales que, no sin resistencia, se impusieron en una gran parte de nuestras sociedades sí expresa un todo más homogéneo de los efectos del neoliberalismo articulables con prácticas genocidas en algún momento, por ejemplo a partir de ciertas demarcaciones, junto con la indiferencia estructural y las necesidades del capital. Me parece que la potencialidad genocida del neoliberalismo está más en esto, que en la desocupación y la miseria porque, en definitiva, en una sociedad donde prima una ideologia que se refleja en estas prácticas, dificilmente se puedan plantear y ejecutar políticas que reviertan las líneas más estructurales de las transformaciones del capitalismo en las últimas décadas en nuestros países.
La tarea de discutir y entender a fondo las prácticas sociales que queremos enfrentar es fundamental, pero más fundamental es asumir el compromiso de articular saberes con prácticas concretas rompiendo el fetichismo de sentir que el mundo, el Estado, la política, son fantasmas que tienen vida fuera de nosotros y empezar a asumir que somos producidos por prácticas sociales pero también somos productores de éstas.
Karl Marx dijo, en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, “la historia la hacen los hombres, en condiciones no elegidas por ellos”. A veces criticamos a los que asumen sólo la primera parte de la frase y los acusamos de voluntaristas, pero también podemos quedarnos tan sólo con la segunda parte y pensar que sólo existen las condiciones y que nosotros somos espectadores y, por lo tanto, externos a ellas. Quizás tengamos que retomar la frase completa y asumir los dilemas de la época pero, sobre todo, hacer la historia. Cuanto más lejos estemos de ello, más cerca estarán los genocidios.
1 .- Docente en las cátedras “Análisis de las prácticas sociales genocidas” y “Economía Política Argentina”, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. Investigador proyecto UBACYT S406 “Hacia una reconstrucción de las memorias del genocidio en Argentina”, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.
2 La conceptualización “genocidio por omisión” o “genocidio económico” tiene cierta difusión a partir de trabajos de la C.T.A. (Central de Trabajadores Argentinos) y de documentos de muchos de los organismos de derechos humanos de la Argentina que nominan directamente al neoliberalismo como política económica genocida. Desde medidados de la década de los noventa esta relación planteada entre neoliberalismo y genocidio como “genocidio por omisión” es dominante dentro de las organizaciones populares y de izquierda de la Argentina. Para el ámbito internacional, cabe destacar los primeros avances de autores como Helen Fein o incluso Israel Charny y la delimitación del proceso en su acepción inglesa como “genocide by attrition”.
3 Ver J.J.Rosseau, El Contrato Social, Ed. Sarpe, Madrid, 1985, Libro II, Cap. V “El derecho de vida y de muerte”. La única causa de muerte es la de ponerse en guerra contra el contrato, contra la voluntad general. Si bien la interpretación de esto puede ser amplia y sujeta a diversos usos, no hay otra utilización de la muerte por parte del estado que una actitud “subversiva” con respecto al contrato social; en absoluto relacionado con el origen.
4 Para una historia del surgimiento del pensamiento racista y sus variantes europeas, véase Tzvetan Todorov, Nosotros y los otros, Ed. Siglo XXI, México, 1991.
5 Para el caso latinoamericano y su articulación con el racismo europeo, vale la pena consultar el texto de Eugenio Zaffaroni; Criminología, aproximaciones desde un margen, Ed. Temis, Bogotá, 1998, donde afirma, por ejemplo, que “…podría decirse que, para Lombroso, la humanidad sería un gigantesco organismo en transformación cuyas células más evolucionadas y diferenciadas serían las europeas, y las mas atrasadas, las colonizadas periféricas, pero que, a veces, por razones que respondían al azar biológico, en medio de las tejidos más nobles surgían células análogas a las de los tejidos más atrasados, que era necesario depurar porque agredían a las restantes, dañando la función rectora del tejido superior”.
6 Para este punto ver los debates parlamentarios acerca de la ley de Residencia en Argentina, 1902. El texto de Zaffaroni también aporta una visión interesante respecto a las visiones latinoamericanas al respecto: “En América Latina, varios autores se pronunciaron a favor de la esterilización: Pacheco E. Silva y Pedro Pernambuco en Brasil (1936), Julio Altaman en Chile (1936), Pablo Lurus en México (1939). En 1927 se realiza en La Habana un evento científico con el curioso nombre de Congreso Panamericano de Eugenesia y Homicultura, en el que varios participantes plantearon la “esterilización eugeníca”. En el estado de Veracruz se sancionó una ley de esterilización de delincuentes en la década del veinte, pero no creemos que haya tenido aplicación. Con el correr de los años, pareciera que en la opinión pública contemporánea la esterilización fue un invento diabólico del nacionalsocialismo, al tiempo que en nombre de la ciencia hoy se rasgan las vestiduras frente a ella y a la castración cuando lo cierto es que Hitler y Rosemberg no inventaron nada, sino que se limitaron a consagrar y practicar el corolario lógico del racismo biologicista que era un delirio científico del poder mundial desde varias décadas antes, elevado para justificar sus nacionalismos hegemónicos y sus prejuicios etnocentrístas contra las “razas inferiores” colonizadas, las “razas impuras” que les disputaban la propia hegemonía europea, y los “degenerados” que ponían en peligro o molestaban la hegemonía interna de sus propias burguesías, todo con el ropaje de “ciencia aséptica” apolítica, objetiva, y que en modo alguno se limitó a la grossdeutsche Volkgemeinschaft, sino que prodcedía de la Royal Academy y de otros cenáculos no menos “serios” y “sabios”, Zaffaroni, op. cit., pág. 157.
7 Para la influencia de este pensamiento en la Argentina, véase el libro de Maristella Svampa; El Dilema argentino: Civilización o Barbarie, Ediciones El cielo por asalto, Buenos Aires, 1994.
8 Ver el libro de Enzo Traverso, La Violencia Nazi, una genealogía europea, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003, en particular el cap. 2.
9 Acerca de la biologización en la explicación de la acción política tenemos un sinnúmero de metáforas medicas para definir comunismo y anarquismo en términos de células cancerígenas, o la explicación de las conductas políticas por el origen racial. Ver para esto, Enzo Traverso, La violencia Nazi. Una genealogía europea, op. cit., Cap. IV.
10 “Karl Korsch (…) esbozó una interpretación histórica de la violencia de la guerra que ponía en tela de juicio la dinámica global de occidente: La novedad de la política totalitaria – escribía – reside en el hecho de que los nazis difundieron entre los pueblos “civilizados” de Europa los métodos antiguamente reservados a los autóctonos o los “salvajes” que vivían en la pseudocivilización” (…) “Hannah Arendt establece que el imperialismo europeo, es una etapa esencial en la génesis del nazismo. A su entender, la violencia colonial del siglo XIX fue una de las premisas de los crímenes perpetrados un siglo más tarde contra los europeos y especialmente contra los judíos” (…) “En otros términos, los alemanes no hacían mas que aplicar en Polonia, Ucrania, en los países bálticos y en Rusia, los mismos principios y métodos que Francia y el Reino Unido ya habían adoptado en Africa y en Asia.” Enzo Traverso, La violencia Nazi. Una genealogía europea, op. cit., cap. II.
11 Para ver uno de los tantos documentos acerca de la “invensión” nazi de la categoría étnico-política, ver el discurso de Himmler a las tropas antes de iniciar la campaña contra la URSS, citado en Philippe Burrin, Hitler y los judíos, génesis de un genocidio, Ediciones La Flor, Buenos Aires, 1990. Para la utilización de la categoría de judeo-bolchevique y el análisis de su origen y consecuencias, véase Arno Mayer; Why did the heavens not darken. The Final Solution in History, Pantheon Books, 1988.
12 Para un análisis a fondo de estas cuestiones, véase Daniel Feierstein; Seis estudios sobre genocidio. Análisis de relaciones sociales: otredad, exclusión, exterminio, Eudeba, Buenos Aires, 2000.
14 Entre otras cosas es interasante para discutir la cuestión del “ser” y el “hacer” en la construcción del otro victimizado ver el artículo de Daniel Feierstein “Ser y Hacer: sobre los límites y posibilidades al hablar de genocidio”, inédito, cedido por el autor.
15 Para esto, véase Daniel Feierstein “Hacia el fin de la ilusión de autonomía: las contradicciones de la modernidad y su resolución genocida”, ponencia presentada en el Primer Encuentro Internacional Análisis de las practicas sociales genocidas, realizado en la Facultad de Derecho de la U.B.A., 10 al 15 de noviembre de 2003.
16 Para ver datos de la redistribución regresiva del ingreso operada desde mediados de los 70 se puede ver el libro “Acerca de la naturaleza de la deuda externa” de Eduardo Basualdo, publicado por la Universidad de Quilmes, Buenos Aires, 2002 y otros trabajos del departamento de Economía de F.L.A.C.S.O. y del IDEP perteneciente a la C.T.A. (Central de los Trabajadores Argentinos)
17 Para algunas definiciones de neoliberalismo ver entre otros: “Balance del neoliberalismo: lecciones para la izquierda” de Perry Anderson, “The progress of policy reform in Latin America” John Williamson, Institute for International Economics. “Estado y reforma económica: La iniciación y consolidación de las polìticas de mercado” Stephan Haggard y Robert Kaufman, publicado por Desarrollo Económico, Nº 35, “La ventaja competitiva de las naciones” de Michael Porter, Ed. Vergara, Buenos Aires.
18 De las estadísiticas de Naciones Unidas y de organismos internacionales no se puede inferir necesariamente que la pobreza avanzó en todos los países sujetos a políticas neoliberales en las últimas dos décadas en Latinoamérica. Existe mucha más heterogeneidad en cada sociedad, en las políticas aplicadas, en la resistencia a las mismas que lo que daría cuenta la categoría homogeneizadora “políticas neoliberales”.
19 Esta idea de condiciones de posibilidad enfrentada con la idea de determinación, me la sugiere el trabajo de Zygmunt Bauman (Modernidad y Holocausto, Sequitur, Toledo, 1997) cuando habla del papel de la modernidad como condición de posibilidad del genocidio nazi. Ver Caps. 1 y 2.
20 Algunos números oficiales en la Argentina en este sentido pueden ser la muerte de 15.000 menores de 5 años por año por causas evitables en un país que produce alimentos básicos para 300.000.000 de personas, o la muerte, según estadísticas oficiales, de una persona cada 8 horas en accidentes de trabajo, número no sólo vinculado a la fatalidad sino a la desinversión en la seguridad de los trabajadores.
21 El término “receta” para definir el conjunto de medidas comunes de política económica neoliberal como respuesta homogénea a la crisis de distintos países, es usado por toda la escuela neoliberal y por la mayoría de los organismos internacionales.
22 Para un análisis de estas prácticas, véase Zygmunt Bauman; Trabajo, consumismo y nuevos pobres, Gedisa, 2001.