El recorrido se llevó acabo desde la carrera 13 hasta la 7, subiendo por la calle 72.
La Iglesia La Porciúncula fue el punto de encuentro. Sin embargo, todo inició unas cuadras abajo, más exactamente en la intersección de la calle 72 con carrera 13. Desde ese punto, en el cual se encontraba un mural alusivo a Nydia, se desplazó una batucada acompañada de un pequeño grupo que llevaba pancartas, una foto y volantes – los cuales fueron entregados a los transeúntes-.
La batucada inició su ascenso, ‘como quien va para los cerros’, y a la altura de la carrera 11 se reunió con el ‘grueso’ de los manifestantes, con los cuales partió hasta llegar a la séptima. Ya con el ‘combo’ completo, la marcha se llenó de color, de vida, de juventud reclamante de justicia.
Los integrantes del escrache utilizaron diversos medios artísticos para llamar la atención de la gente. Murales con imágenes de Nydia y leyendas de tipo “Nydia Erika, mariposa tu lucha vuela hacia la libertad”; grafitis en el asfalto y en las cebras de los cruces de semáforo de la sétima con 72; música a ritmo de batucada; manifestaciones circenses como malabarismo, otras más teatrales como las máscaras; además de carteleras, palabras y señales de transito que citaban “Pare – Impunidad”, al reverso “Siga – Justicia”.
Con máscaras, carteleras, imágenes, música, arengas, actos de circo y mucha imaginación, se desarrolló el evento en que participó el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado, Movice.
En la movida se evidenciaron frases contundentes tales como, “No olvidamos a Nydia Erika Bautista”, “Poner fin a la impunidad”, “Los sueños permanecen para siempre”, “la impunidad no puede seguir siendo la reina”. La marcha también contó con un grupo de 10 personas en bicicleta que sostenían unas letras del “sin olvido”.
El Caso de Nydia Erika
Nydia Erika Bautista nació el 24 de octubre de 1954. Socióloga de la Universidad Nacional de Colombia y economista de la Universidad Central. A principios de los años 80´s se unió a las fuerzas del M-19.
Luego del anuncio de Carlos Pizarro de la ruptura de la tregua y el retorno a la lucha armada, Nydia decidió regresar a Cali, donde fue detenida y maltratada por la Tercera Brigada del Ejército.
Al retornar a Bogotá para reunirse con sus familiares, en la celebración de la primera comunión de su hijo, fue montada en una camioneta por varios hombres armados y vestidos de civil. Desde ese entonces, no volvió a aparecer. Tiempo después se sabría de su muerte a manos del ejército colombiano gracias a la confesión del retirado sargento Bernardo Garzón, en 1990. Los restos de la integrante del M-19 fueron hallados en el lugar señalado por el sargento.
El general Álvaro Hernán Velandia, comandante en 1987 del Batallón Charry Solano, se encargaba de las operaciones de inteligencia del Ejército. Este fue destituido por omisión en la desaparición y asesinato de Nydia Bautista.
El 1 de marzo de 2011 el Consejo de Estado, en una acción de tutela, decidió revocar el fallo de la Sala Plena, realizado en septiembre de 2009, que confirmaba la responsabilidad del General Velandia y por ende su destitución.