El Colectivo 16 de mayo, creado por familiares Víctimas de los 7 asesinados y 25 desaparecidos en la masacre, el Movice en Barrancabermeja y demás organizaciones convocantes, dignificamos entre el 14 y el 16 de mayo la memoria de esos seres queridos Víctimas del paramilitarismo.
La ruta por la memoria se tomó las calles de Barranca el lunes 14 y el martes 15 de mayo, y un conversatorio se llevó a cabo el sábado previo en la Casa del Libro Total. El miércoles, para conmemorar la vida de las personas desaparecidas y asesinadas se realizaron actos litúrgicos, culturales y políticos en la Cancha Polipolvo de la Comuna 7, en el marco del día municipal de las víctimas. En medio de éstos, Jaime Peña, padre del desaparecido Daniel Peña, leyó el siguiente texto, una reflexión profunda que habla desde las dos décadas de lucha contra la impunidad.
INDUCCIÓN AL OLVIDO
¡20 años de justicia denegada
20 años de resistencia abnegada!
Hoy 20 años después, de nuevo se me quiebra la voz…pero no la decisión.
La desaparición forzada parte en dos la vida y la historia de las familias que hemos sufrido este crimen de lesa humanidad. La ausencia, la espera, el vacío y la incertidumbre, son los nefastos ingredientes para perpetuar el dolor en las familias de los desaparecidos.
El duelo para los familiares de los desaparecidos se vuelve un “Duelo Eterno Infinito”. El dolor por un desaparecido es la pena que se siente por un muerto-vivo, duelo infinito-suspendido; al desaparecer a una persona, su vida queda en paréntesis. Lo que más nos golpea a los familiares de desaparición forzada, es la soledad en la que sufrimos nuestra tragedia y la estigmatización y sospecha como somos vistos.
La indiferencia social
En Colombia se habla de más de 80.000 desaparecidos. Sin encontrarlos, no podemos hablar de un país en democracia; pero lo inconcebible es que solo los familiares, las organizaciones de víctimas, y de derechos humanos y algunos contados funcionarios públicos, somos los únicos que alzamos la voz para reclamar justicia; en psicología esto se conoce como “empatía” que es la capacidad que tienen las personas de ponerse en el lugar de los demás. Pero quien no lo tiene, bien puede caer en la “indolencia”, que no permite sentir el dolor ajeno y es capaz de participar de la movilización y la solidaridad ciudadana por causas comunes.
Por eso uno de los grandes retos que los familiares tenemos que afrontar es empezar a romper el dique de la indiferencia con que la gran mayoría de la sociedad ha mirado la desaparición forzada.
Creo que en gran parte de la apatía, la indiferencia e insensibilidad de una parte de la sociedad colombiana frente al fenómeno de la desaparición forzada, reside en que por mucho tiempo vieron el fenómeno con los ojos del Estado y de los grandes medios de comunicación, que en últimas, buscaban quitar la responsabilidad de las instituciones y dejar que las sospechas recayeran en las víctimas. La idea de que los desaparecidos “en algo andaban” quedó flotando en el ambiente.
Entonces es necesario entender que la construcción de la verdad es un compromiso ético y político que deben asumir todos los actores del conflicto armado, tanto directos e indirectos: Estado, Fuerza Pública, gremios y empresarios, entre otros, y lo más importante, devolver el buen nombre de las personas desaparecidas. Porque nada justifica este crimen.
Colombia no puede entrar en la historia con el INRY de haber sufrido de Alzhéimer Colectivo por más de 60 años; de aquí en adelante, la responsabilidad será generacional; por eso, los familiares del 16 de Mayo, desde que iniciamos este proceso de resistencia y reivindicación por la memoria y la dignidad de nuestros muertos; nuestra consigna ha sido es y será “Memoria y Dignidad Contra el Óvido”.
Los familiares del 16 de Mayo, no entraremos en el legado del silencio; seguiremos confrontando la incompetencia institucional como la indolencia de gran parte de la sociedad; nuestra memoria seguirá suspendida en el tiempo; cada palabra cuenta, cada gesto cuenta; no podemos dejar que el silencio nos invada; sin respuestas, no habrá justicia, reparación y mucho menos reconciliación.
Hacer saber y condoler a la sociedad sobre los crímenes cometidos, es el primer paso para luchar contra la indiferencia y el olvido.
Impunidad como método de olvido
Veinte años son suficiente tiempo para esperar que una democracia, con una rama judicial imparcial y pronta, hubiera determinado las responsabilidades individuales e institucionales de todos los que participaron en los hechos del 16 de Mayo. Sin embargo, fue necesario cubrir de bondadosas ventajas al paramilitarismo, con la ley de justicia y paz, para que reconociera su parte de responsabilidad en la autoría material de la masacre. Y ha sido un tortuoso camino de justicia lenta y estratagemas de dilaciones injustificadas, el que se ha seguido para investigar y juzgar a los agentes del Estado, funcionarios y empresarios vinculados al crimen. Por ejemplo, la estrategia que ha montado la defensa de los miembros de la fuerza pública vinculados en los hechos, ha sido la de dilatar las audiencias y evadir la responsabilidad estatal, esto lo que nos demuestra, es el interés de cubrir a algunos autores materiales e intelectuales con un manto de impunidad y condenar a unos pocos chivos expiatorios.
El Estado colombiano por otra parte, incurrió en responsabilidad internacional al incumplir con sus deberes generales de respeto y garantía, al violar el derecho a la vida, a la integridad personal, a la libertad personal, a las garantías judiciales, a la protección judicial y a la verdad, en perjuicio de los familiares de las víctimas en los hechos ocurridos el 16 de Mayo en Barrancabermeja. Y también ante el sistema interamericano y ante los tribunales administrativos, el Estado ha mostrado su cara más ruin, aplazando el reconocimiento de responsabilidad estatal y negando una reparación digna a los familiares. Por otra parte la búsqueda, identificación y entrega de restos, ha sido lenta y difícil. Muchos familiares del colectivo 16 de Mayo, han muerto de desolación, esperando verdad y justicia, desde un sentido más humano por parte de los representantes del Estado.
Esa ausencia de justicia y garantías, es otra forma de imponer silencio lo cual conlleva a un Olvido Inducido.
Conmemoraciones y medidas de satisfacción
Como un homenaje a nuestros familiares muertos y desaparecidos, pero también a todas las personas víctimas en Barrancabermeja, se propuso la formalización del día municipal de las víctimas, que finalmente fue aprobada en el año 2009.
Han pasado nueve años de ese acuerdo municipal y el apoyo de las instituciones no alcanza aún para la dignificación de la memoria de las personas muertas y desaparecidas y para aportarle al desagravio de los familiares. Cada año debemos buscar plata prestada para realizar los actos de conmemoración, porque el municipio aún no ha entendido la importancia de la memoria y de la solidaridad: pareciera que la institucionalidad aún no está jugada por la paz y por la no repetición. Aún pesa más el desfile militar del 20 de Julio, el aniversario de la ciudad y las festividades lúdicas, que reciben grande recursos, gozan del respaldo de medios de comunicación y generan la movilización de todo el aparataje institucional, que contrasta con las pobres participaciones en los eventos de memoria y de condolecía con las víctimas.
Cuando el Estado y la sociedad despierten del letargo para arropar en solidaridad a las víctimas honrando su memoria, habremos dado un paso adelante en la construcción de la paz.
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