Los pueblos indígenas vivimos un genocidio físico y cultural desde décadas atrás, un genocidio silencioso que agrieta cada vez más el tejido social de este país, que pasa desapercibido ante la sociedad y el Estado, sin importar que existan momentos en que la pervivencia queda en vilo, mientras la guerra se exacerba y se ensaña sobre nuestras comunidades y territorios.
El genocidio físico y cultural se ha estructurado históricamente, a través de la violación sistemática de los derechos humanos y territoriales de las comunidades indígenas, quienes hemos construidos procesos de lucha, exigencia y resistencia en medio de los escenarios de violencia física y simbólica.
Con el apoyo de:
Ficha técnica:
Proyecto: alistamiento de organizaciones sociales y víctimas de crimenes de estado para su participación en el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición
Investigadora principal: Erika Yuliana Giraldo Zamora
Co-Investigadora: Laura Montoya López
Diseño, producción y montaje: Erika Yuliana Giraldo Zamora
Políticas civilizatorias impulsadas por el Estado, que propiciaron la disolución de los resguardos, el despojo de tierras, y la instauración de discursos de estigmatización y discriminación, que tenían como objetivo la imposición de otras formas culturales, religiosas y organizativas dentro de las comunidades.
Conflictos y disputas territoriales, en los cuales el Estado, las elites locales y los grupos armados han considerado el territorio indígena como geoestratégico, para el impulso de proyectos de explotación y extracción, y el despliegue de estrategias militares durante el conflicto.
Acciones de represión estatal y violencia paramilitar en contra de los procesos de movilización por la defensa de los derechos humanos, políticos y territoriales de las comunidades indígenas, orientados hacia la recuperación de tierras, la consolidación del movimiento indígena y la participación en escenarios político-electorales.
Escenarios de conflicto armado y criminalidad estatal, donde se desarrollaron hechos como masacres, desapariciones, detenciones arbitrarias, homicidios y ejecuciones extrajudiciales contra la comunidad Embera Chamí.
Las masacres han sido graves crímenes cometidos contra el Pueblo Embera Chamí de Riosucio , estas han contribuido a la estructuración del genocidio físico y cultural, a través de la instauración del terror en las comunidades, la generación de desplazamientos colectivos, y el asesinato de líderes políticos, organizativos y espirituales.
Las masacres identificadas tuvieron como actor principal grupos paramilitares, como el Frente Cacique Pipintá de las Autodefensas Unidas de Colombia. En algunos de los casos se documentó la participación activa y determinante de miembros de la Fuerza Pública y terceros como políticos, comerciantes, latifundistas y funcionarios públicos.
Las masacres fueron hechos planeados y perpetrados de manera selectiva, esto se demuestra en que las víctimas en su mayoría fueron hombres o mujeres indígenas con algún tipo de liderazgo y rol tradicional al interior de la comunidad.
En el contexto en que se desarrollaron las masacres la institucionalidad, en cabeza del alcalde municipal de la época, lideró un proceso de estigmatización de las Autoridades, Gobernadores y comunidades indígenas, señalándolos de “indios colaboradores de la guerrilla” e “indios guerrilleros.
Las masacres fueron cometidas al interior de los Resguardos indígenas Cañamomo Lomaprieta y Escopetera Pirza.
El Estado fue cómplice, debido a la participación de la fuerza pública, y su negligencia en la ejecución de medidas para la protección de la vida de los líderes y las comunidades.
Los civiles, terceros o máximos responsables de las masacres no han sido procesados por la justicia, ni han aportado al esclarecimiento, la verdad, la reparación y no repetición.
Las masacre impactaron las bases organizativas, políticas, y comunitarias, al igual que las relaciones con el territorio, porque:
El tejido familiar se resquebrajó
Los procesos de trasmisión de la cultura y los saberes se vieron afectados, a partir del asesinato de médicos tradicionales y la transformación de los roles familiares.
La vida comunitaria se vio afectada a partir de la invasión de los espacios comunitarios y la restricción de acciones colectivas, como celebraciones o espacios de organización.
El desarrollo del gobierno propio y los procesos de exigencias de derechos se vieron afectados por el asesinato y amenazas sistemáticas a los líderes y lideresas indígenas.
El territorio y la cotidianidad fueron desarmonizadas, a partir de la restricción de la movilidad y de las visitas a sitios sagrados, los desplazamientos colectivos, la siembra de cultivos ilícitos, el saqueo, la privatización y la violencia.
Exigimos garantías para el ejercicio de nuestros derechos territoriales, la reparación integral y el reconocimiento de los daños e impactos colectivos, familiares y espirituales, además de posibilidades reales para la participación política y el reconocimiento del gobierno propio, son estas garantías que impactaran en la transformación de dinámicas de vulneración que han contribuido al genocidio silencioso del Pueblo Embera Chamí
Algunos de los hechos victimizantes que hicieron parte de la estrategia paramilitar en Riosucio, Caldas, y el número de víctimas
Fuentes:
Cifras preliminares de la sumatoria de las víctimas de los 4 resguardos de Riosucio. Tomadas de la URT.
Riosucio es el segundo municipio de Caldas con más desapariciones forzadas, 200. Disponible aqui
Defensoría del Pueblo
Número de homicidios y actores responsables entre los años 2001 y 2003
Fuente: Defensoría del Pueblo
