Revista en Movida

Manuel Quintín Lame a 41 años de su partida..

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galería SU LUCHA SIGUE VIGENTE!!!

Hoy más que nunca el desafió Pueblos Indígenas es seguir caminando por las huellas del líder Indígena Quintín Lame, quien tuvo el privilegio de morir a sus 87 años,  el  7 de Octubre de 1967,  en Ortega Tolima.

Hoy la herencia de Quintín Lame, en los pueblos Indígenas colombianos,  41 años de su muerte sigue vigente, postulados que plasmara en uno de sus libro –En defensa de mi raza-  “Nuestros padres defendieron con heroísmo sus dominios y no hay selva Americana que no esté regada con su sangre, y los huesos de nuestros antepasados desde el Mar Caribe hasta la Tierra del  Fuego.  De aquí el que no estén nada errados los expositores que afirman que una de las principales razones que tienen los blancos para mantenernos en la opresión económica en que vivimos, más que el deseo de adueñarse de nuestro trabajo y de vivir del sudor de nuestras frentes, es el temor de que algún día podamos ser fuertes, capaces de reclamar con la fuerza nuestros derechos y de tomar nuevamente posesión de las tierras de que fuimos despojados violentamente”.

Quintín Lame fue  el gran líder indígena caucano, nacido en El Borbollón, Hacienda La Polindara, en lo que hoy es Popayán, el día 26 de octubre de 1880 y fallecido en Ortega, Tolima,  el día 7 de octubre de 1967.   Manuel Quintín o Juan Quintín Lame, como aparece en su partida de bautismo del 12 de diciembre de 1880, de la parroquia de San Miguel Arcángel de Puracé, fue un indígena que asumió la defensa de su gente, en una sociedad en la cual la palabra indio ha sido insultante.

Su padre, Mariano Lame, descendiente de indígenas del pueblo Páez, y su madre Dolores Chantre, cuyos ancestros estaban radicados en la región desde tiempo inmemorial, vivían con sus seis hijos en un pequeño fundo que ocupaban en calidad de terrazgueros en la Hacienda La Polindara, mediante la terrazguería, práctica común en el Cauca, el indígena adquiría la obligación de pagar con días de trabajo no remunerado, el derecho a sembrar una parcela en tierras que se consideraban propiedad de una hacienda. En ese fundo o “encierro”, Manuel Quintín, como se hizo conocer él mismo, al igual que sus dos hermanos (y que muchos otros niños campesinos de Colombia), fue testigo de las “heroicas” acciones de los guerreros republicanos.

Desde muy pequeño tuvo que vincularse  a las labores del campo pese a su petición de querer estudiar, petición a la que su padre responde: “¿Quiere escuela?  Sí señor. Entonces me entregó un machete, un hacha,  una hoz, una pala, un güinche y una barra, diciéndome: Esta es la verdadera escuela del indio, y se va con sus hermanos a cortar trigo y derribar montaña… Por un momento se penetró mi corazón de tristeza; pero llegó la alegría unida con el pensamiento de que debía luchar contra la orden de mi padre”.

Alternó su labor del campo con la actividad política y las gestiones judiciales en defensa de los indígenas, plasmada en su libro, “El pensamiento del indio que se educó en las selvas colombianas”, publicado bajo el título “En defensa de mi raza (1971)”, que recoge su pensamiento y experiencias en Ortega y desde allí continuó dirigiendo sus memoriales a las distintas autoridades, hasta poco antes de su muerte.  Aunque la lucha por el respeto de los derechos indígenas en que se comprometió este líder
no ha concluido, su proyecto sobre la representación de los pueblos indígenas en el Congreso es ya un hecho y cada día encuentran mayor aceptación los esfuerzos de los indígenas por conservar y mantener su identidad cultural.

Quintín Lame “fue el líder indígena más reconocido de la primera mitad del siglo XX. Originario de Silvia (Cauca), en 1910 se autoproclamó defensor de su raza e inició una campaña por la restitución de los resguardos, que combinaba la movilización social y la acción jurídica legal, apoyándose en la Ley 89 de 1890. A partir de 1921, debido a la persecución de las autoridades y los terratenientes, abandonó definitivamente el Cauca. Se radicó en el sur del Tolima donde prosiguió su lucha, principalmente
legalista, hasta que en 1939 logró el reconocimiento del Gran Resguardo de Ortega y Chaparral. En ese mismo año terminó su manuscrito En defensa de mi raza, en el cual expresaba su ideario y la lucha librada por la recuperación de la tierra.

Las autoridades y los terratenientes, temerosos de la capacidad de movilización que tenía Lame, lo encarcelaron en reiteradas ocasiones. Se cuenta que el líder indígena estuvo en prisión más de doscientas veces. También circularon versiones sobre sus supuestos poderes sobrenaturales, como el de la ubicuidad o la capacidad de transformarse en un animal; por ello, para curarse en salud, el alcalde de Ortega en varias ocasiones aprovechó el presidio de Quintín Lame para cortarle su larga cabellera,
pues se creía que en ella radicaba su poder”. Su verbo se hizo más radical: “¿A cuenta de qué seguimos descontando terraje por un pedazo de tierra que es de nosotros? ¿Nos da miedo que nos
quemen los ranchos y nos corten los cercos, porque reclamamos lo que nuestro Señor nos dio? los “blancos” nos quitaron las tierras porque no supimos defenderlas y hoy nos quieren estrechar más; no lo podemos permitir”, según Diego Castrillón  Arboleda, en su libro “El indio Quintín Lame. Cuenta así Castrillón Arboleda  que “una mañana  del 7 de Octubre lo hallaron otros indios que lo amaban. Su blanca cabellera estaba esparcida por el suelo donde dormía. En sus bolsillos no alcanzaron a encontrar los sesenta pesos que costaba su entierro. “Lo tomaron tiernamente, como a un niño, sobre ramas frescas de palmiche y totocal, lo llevaron al monte y lo depositaron en el seno de la tierra, a la orilla del río”;    Sobre una cruz de madera alguien escribió el siguiente epitafio: Era una llama al viento y el viento la apagó..

En la actualidad la figura de Quintín Lame está presente en la memoria colectiva del Movimiento Indígena Colombiano, es un símbolo de la resistencia por la defensa del Territorio y su cultura.

Por ello hoy más que nunca los Pueblos Indígenas  convocamos a que Octubre sea el mes de la reivindicación de nuestros derechos.  Hoy los Pueblos Indígenas nos levantamos para seguir defendiendo la vida, en esta coyuntura se hace necesario que este levantamiento sea el punto de
encuentro de una gran agenda nacional de los sectores sociales y populares. En estos momentos el pueblo colombiano de diversas formas está haciendo resistencia, los destechados, al lado de los indígenas, mujeres, sectores afro descendientes, campesinos y sindicatos se unen para luchar
contra el hambre, en los barrios se organizan para defender el derecho a la vivienda frente al voraz sistema financiero, los trabajadores paran para exigir un salario y condiciones dignas en sus trabajos, los jóvenes y estudiantes luchan por el derecho a la educación y a tener un futuro en este país, nosotros los Pueblos Indígenas seguimos liberando la madre tierra y defendiendo los territorios. Por todo lo anterior las organizaciones sociales tenemos el deber y el reto de levantar un pliego unido que unifique nuestras luchas, para tumbar todas las medidas que este régimen ha impuesto a costa de nuestras vidas y bienestar.

Nuestro deber es unificar las luchas, debemos fortalecer la oposición política ante un régimen que se ha cimentado sobre la base de la estrategia paramilitar. Por décadas no solo los indígenas hemos denunciado esta estrategia estatal, de utilizar bandas privadas para exterminar a los movimientos sociales, hoy vemos como pasan inermes ante el Congreso y otros estamentos de este Estado, los señores “jefes de los grupos paramilitares” y sus representantes políticos, que sobre la base de
supuestas desmovilizaciones han sido poco a poco legalizados, con la complicidad de los medios masivos de comunicación. Vemos entonces, como hoy el régimen manchado de la sangre de miles de dirigentes y líderes de los movimientos sociales que han caído a manos de estos criminales, los cuales actúan bajo intereses de terratenientes, capital internacional, la clase política y grandes empresas de nuestro país. Hoy no nos podemos callar ante la mano aplastante de la impunidad, debemos pues unirnos para exigirle que la verdad sea revelada al país y la comunidad internacional.

HOY MAS QUE NUNCA, NO NOS QUEDA OTRO CAMINO… A DESALAMBRAR LOS PENSAMIENTOS CON ACCIONES!!!

ComunicaONIC.