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MÁS DE 30 MIL RAZONES PARA SEGUIR LUCHANDO! 43 años de la dictadura cívico-militar argentina

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Por: Sergio Alejandro Gómez

 

El 24 de marzo de 1976 la mítica Plaza de Mayo fue el epicentro de la toma del poder por parte de la dictadura cívico-militar argentina. 43 años después, en el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, miles de personas acapararon las céntricas y representativas calles porteñas con gritos y algarabías recordando a las y los desaparecidos, oprimidos y asesinados por la represión estatal Latinoamericana.  

Los caminantes, manifestantes y curiosos, encabezados por las organizaciones de derechos humanos (precedidos por las Madres de Plaza de Mayo), los sobrevivientes, y las agrupaciones políticas y sociales se encontraron en una ciudad adornada por banderas, pañuelos y consignas en las paredes, papeles y demás espacios de expresión en el que los mensajes trascendieron las fronteras territoriales y mentales.

En la gran jornada, un grupo de colombianos en Buenos Aires gritaron fuerte: “Nunca Más Crímenes de Estado”. Esas voces al sur del mundo representan a los millones de compatriotas que durante toda la historia han sido víctimas de la guerra, el Estado y la violación de los derechos humanos. El pequeño –pero no menos importante- grupo entonó fuerte las consignas de protesta. Acompañados de gaitas, tambores y guacharacas fueron transportando a muchos más de 6.000 kilómetros hacia los campos y fiestas populares de los pueblos y zonas rurales víctimas de la violencia, el hambre y el olvido.

Minutos antes de la marcha general (programada a las 15 hs.) se abría el telón. En este espacio de memoria la venta de toda clase de artículos, encabezados por las banderas, libros y camisetas iba acompañado por el inconfundible aroma de los choripanes, carne de hamburguesa y bondiolas recién hechos, que, además de dar la energía a una jornada agotadora, despiertan del letargo a las papilas gustativas.

En esa misma antesala los oídos se comienzan a animar con los sonidos de murgas y tambores, los cuales, más que dar la bienvenida a la plaza de mayo, nos demuestran la antinomia de las bandas marciales y militares. Estas tonadas, despiertan libertad, lucha y unión que cobija a los pueblos de todos los continentes. Así fue como en la embajada de Israel –igual de custodiada que el pequeño país-, llegaron los mensajes de solidaridad consignando la “libertad para pueblo palestino” y “Las balas que matan a un palestino reprimen a los argentinos”.    

En las esquinas subyacentes se ondeaban las banderas latinoamericanas, las cuales, entregadas al viento ambientaron el fuerte paso de las multitudes que a la hora de la marcha subieron a todo volumen su voz por la memoria y el recuerdo de los más de 30 mil desaparecidos en la dictadura argentina y, las innumerables víctimas de todo tipo que en la patria grande de América descansan de este mundo.

A medida que en plena marcha se avanzaba hacia la Plaza de Mayo, el fervor popular fue aumentando. La anarquía de gritos horas antes fue tomando forma hacia las palabras que revivían a las víctimas e invitaban a luchar por la justicia, la reparación, las garantías de no-repetición y la memoria, como las “armas” del futuro.

El cielo azul dejó la inusual fuerza del viento que, estimulado por la fuerza de la multitud, dio un aire fresco e impulso vertiginosamente las nubes blancas hacia su destino final, el mismo en el que están todos aquellos desaparecidos y asesinados. Así fue cerrando un nuevo 24 de marzo que deja a varias generaciones más dispuestas a vivir y defender los sueños de todas las víctimas.

Nadie va a detener el paso de la memoria, la libertad y la lucha. Ni la muerte, ni la edad, ni las ideas porque aquellos que luchan por los valores justos y buenos quedaran como los más valerosos en la historia.