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Silencio, escuche la palabra de los pueblos

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…Que renuncie a seguir hablando el tirano para que se escuche la verdad. Que renuncie a seguir vociferando órdenes para que empecemos a saber, a descubrir de donde viene el mando de lo que ha ejecutado. Que haga silencio para que se escuche, para que él escuche como ha debido hacerlo, la palabra de los pueblos que son su autoridad.

La olla se ha destapado. Se puede hablar. Mientras el Presidente de la República niegue que la fuerza pública desaparece, tortura, asesina, realiza acciones de terror, fabrica guerrilleros después de matar inocentes y prepara montajes y memorias de computadores, nada de esto sucede. Los 4 millones de desplazados internos son una cifra que se debate y un evento en el parque de la 93. La gente se traga las lágrimas a mares. Hay familias enteras en todo el país que ni siquiera saben en qué fosa común están sus seres queridos. Hay decenas, centenares, seguramente miles de personas inocentes masacradas para cumplir órdenes de Estado. Por todo el territorio Nacional se ha paseado el terror impune. Casi todo cometido desde la institucionalidad del Estado. Pero además, el Gobierno ha ordenado que los paramilitares ya no existen, aunque existan y sigan masacrando. Esta locura es terrible. Ahora, el Presidente ha ordenado que se sepa un poquito del terror oficial y que se castigue controladamente el terror de Estado. Lo ha ordenado cuidadosamente. Ha definido hasta dónde, hasta cuándo y quiénes pueden desahogar su dolor y desesperación, así como también ha ordenado a quiénes se va a castigar, el tipo de castigo y que quede superado el tema. Ha ordenado que nos duela lo que nos ha hecho su Gobierno, pero con límites. Hasta donde y hasta cuando él quiera y con perfecto control sobre las consecuencias. Comete desde el Estado actos de terror e infamia y luego, magnánimo, presionado, aconsejado, escoge unos chivos expiatorios y utiliza los crímenes para hacer gala de su honestidad y transparencia.

Hoy se nos dice desde el poder, desde la Presidencia, cuántos y cuáles de las víctimas del terror y el abuso podemos exponer y a quiénes y hasta qué punto serán castigados. ¿Castigados? Si dar la orden de retiro es castigo suficiente por matar y desaparecer inocentes! Es evidente que esto que estamos viviendo es demencial. Las atrocidades a las que se ha dedicado el Estado están siendo encubiertas a través de la exposición controlada de algunas que el propio criminal ha seleccionado. Pero además, transforma sus crímenes en medio para enaltecerse como un luchador contra estos mismos crímenes. Se atreve el Presidente a exigirle a la fuerza pública que no viole los derechos humanos cuando desde hace 6 años les ha ordenado que los viole de manera sistemática. Pero además, quienes cometen estas atrocidades en todo el país, de manera sistemática y con métodos iguales, no actúan aisladamente ni por desviaciones particulares. Han sido entrenados para realizar estos delitos que hacen parte de una estrategia de terror, cuyo fin es avanzar la legislación y las políticas que destruyen la resistencia al proyecto de despojo de riquezas y territorios para que avance el capital transnacional.

Es la misma estrategia de los escuadrones de la muerte en El Salvador o en Guatemala o en incontables países. Es la estrategia cuidadosamente documentada que se sirve de la muerte y del silencio con propaganda y leyes, para enriquecer a algunos y transferir bienes y trabajo a otros al servicio de la codicia. Esto no es nuevo, ni es de Colombia solamente, ni se le ocurrió a algunos militares o paras. Es el terror al servicio de la acumulación. Tampoco es nueva la estrategia de confesar algunos crímenes para dejarlos en el pasado. Perdón y olvido. Masacran, asesinan y desaparecen y luego, cuando llega "la democracia", se deja atrás. Se castiga blandamente a algunos. Quedan en libertad los diseñadores de la estrategia, los autores intelectuales, la maquinaria transnacional del terror y la mayoría de los perpetradores que se encubren entre sí.
 
Pues hay que decirlo. Acá, como en todos los países donde ésta estrategia se ha implementado, ha sido un medio para robar a los pueblos. Para imponer políticas a sangre y fuego. Las dictaduras del Cono Sur, Indonesia, las Filipinas, Irán, Vietnam….Una estrategia que hasta ahora ha evadido la justicia, la reparación integral y la verdad, en gran medida porque se aplica el terror para robar. Porque todo este sufrimiento planificado y sistemático es un medio  hacia fines económicos a través de políticas de despojo. Terror que no excusa ni justifica a quiénes con terror responden a estos crímenes de Estado y convierten a los pueblos en víctimas del agresor y  de esa distorsionada "resistencia". Por eso invitamos a las víctimas a no obedecer la orden que controla el dolor y reprime la verdad. Que se sepa todo. Que no calle nadie. Que el horror hecho política quede a la vista y no hasta donde lo decida el perpetrador  sino hasta cuando se sepa toda la verdad. Que se sepa quienes ordenaron y entrenaron y armaron y  financiaron y se benefician. Que se entienda para qué se hace todo esto. Que relación tiene con el TLC, con el Estatuto Rural, con el incumplimiento de acuerdos y convenios, con la negación de la democracia, con el silencio cómplice de los medios que entretienen y fomentan a la fuerza pública que tortura y "nos protege". Más de 4 millones de desplazados no pueden seguir en silencio. Los campesinos asesinados para que entrenen los paramilitares sus tácticas de terror, no pueden desaparecer doblemente en el silencio y en la  impunidad. El horror no puede seguir y tampoco puede manipularse para convertirse en propaganda a favor de sus perpetradores.
 
O sí puede. Así se ha escrito la historia. Así nos la están imponiendo ahora. Ante todo este horror, tal es la fuerza del régimen que ni siquiera se ha pronunciado la erre. Que renuncie a seguir hablando el tirano para que se escuche la verdad. Que renuncie a seguir vociferando órdenes para que empecemos a saber, a descubrir de donde viene el mando de lo que ha ejecutado. Que haga silencio para que se escuche, para que él escuche como ha debido hacerlo, la palabra de los pueblos que son su autoridad.