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“Sus sueños siempre fueron más grandes que él mismo”: Martha Soto

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Hacia las 10 de la mañana del miércoles 12 de julio, se adelantó en el Museo Casa de la Memoria, el Panel: Presencia de los ausentes. Homenaje a la memoria de los desaparecidos. En este espacio se compartieron experiencias de familiares de víctimas de desaparición forzada de Colombia, Guatemala y Nicaragua. Entre los panelistas estuvo Martha Soto, Secretaria Técnica del Capítulo Antioquia del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice), dando un testimonio sobre su desaparecido hermano Jorge Enrique Soto.

 

“Hoy quiero comenzar recordando y evocando ese abrazo fuerte,  lleno de amor que nos dimos   la última vez que nos encontramos;  con esa palabra ‘Cuídate’ que estaba llena en tu caso de hablarle a tu hermanita menor y en el mío a todo lo que sabíamos podría llegar a suceder”, así empezó la intervención de Martha Soto. En ella relató a su hermano, siempre presente en su memoria, lo que ha sido de sus compañeros de causa política en tantos años desde su desaparición. La intervención de Martha es una promesa a no olvidar y a no desistir de una lucha por la verdad y por justicia en el caso de su hermano.

 

Entre el 8 y 15 de julio se llevó a cabo el 27° Festival Internacional de Poesía de Medellín. Este, un evento cultural reconocido en la ciudad, no solo contó con la presencia de varios poetas extranjeros, sino que también abrió un espacio para la poesía propia de las personas que viven en la ciudad, para mostrar sus obras y contar sus historias.

 

Jorge, un joven muy alegre

 

Más de 32 años han pasado desde la última vez que Martha soto supo de su hermano, Jorge Enrique, quien es uno de los tantos miles de detenidos-desaparecidos que ha dejado el conflicto armado en Colombia.

 

“Porque uno es probe y carece, / de jincas como el patrón, / tan creyendo que por eso, / también nos jalta el honor/ Entonces hay que enseñarles, /que en cuestiones del amor, / tuiticos semos iguales, / y tenemos corazón, así dice la canción Ayer me echaron del pueblo, escrita por José A. Morales, y que Jorge Enrique, una de las primeras víctimas del genocidio político de la Unión Patriótica, tanto cantaba en su juventud.

 

Según relata Martha, su hermano había estado vinculado con la Juventud Comunista (Juco), e hizo parte de los comités estudiantiles de colegios y universidades de Medellín. Su tiempo, mayormente dedicado a la militancia política, también transcurría entre su gusto por el arte, el teatro y la música.

 

Después de graduarse del colegio, consiguió trabajo como maestro, pero su vocación política hace que deje ese trabajo y en concordancia con el Partido Comunista resuelve irse para Urabá, donde se hace secretario del Consejo de Apartadó. Ya que era miembro del Comité Central de la Juco, asume también como Secretario Político del Regional Urabá a principios de los 80.

 

Dentro de la complicada situación de seguridad en el país, Jorge empieza a ser perseguido. Tras poco más de un año después de haber llegado, debe abandonar la región y volver a Medellín. Ya en la ciudad trabaja como director del Semanario Voz, en ese momento conocido como Voz Proletaria.

 

En julio de 1985 viajó junto a Germán Garro a una reunión preparatoria al 1er Congreso Nacional de la UP en Bogotá. El 15 de julio de 1985 no se supo más de él. Su familia viajó el 20 de ese mismo mes a Bogotá a buscarlo y denunciar su desaparición: No hubo respuestas.

 

La búsqueda de los desaparecidos

 

“La primera noticia que nos llega es que a ellos los están buscando, porque no aparecen. Para ese momento habían muchas amenazas” comenta Martha, “el apoyo más grande de la Procuraduría fue que le recibió la declaración [a la mamá]. Es algo  que a veces no se puede creer. Sentir que uno debe estar agradecido porque recibió la declaración, pero realmente así es”.

 

Lo que debía haber iniciado una investigación para hallar a Jorge y a Germán, no condujo a nada: la denuncia no tuvo trámite alguno y en 1997 Martha debe volver a interponer la denuncia ante la Fiscalía. “De ahí lo único que ha salido, y debo decir que es gracias al Acuerdo de Paz y a las medidas humanitarias para la búsqueda de personas dadas por desaparecidas, es que la Fiscalía fue hasta mi casa  y le tomó las muestras de sangre a mi mamá y a mi papá. Algo que desde hace muchos años atrás ya habíamos pedido”, explica la hermana de Jorge.

 

Su hermana menor lo recuerda como un joven alegre, de grandes cualidades humanas y un compromiso total con su trabajo. Por su espíritu trabajador y dedicado a ayudar a los demás había logrado avanzar rápidamente en la vida política. “los sueños de Jorge nunca estuvieron dentro de sí, dentro de su persona. Los sueños de Jorge siempre fueron más grandes, siempre fueron sobre un país”, dice Martha.